A pesar de existir diversos trastornos adictivos, todos se caracterizan por la falta de control sobre la conducta en cuestión. Al comienzo de la adicción, la conducta resulta placentera, pero más tarde se va expandiendo en la vida de la persona que la consume hasta prácticamente dominarla.

Los trastornos adictivos se dividen en dos grandes categorías:

Su consumo y el ritmo de vida que lo acompaña provoca un deterioro físico, cognitivo y social muy acentuado.

Las más conocidas son la adicción al alcohol, a la cocaína, a los opioides o narcóticos (oxicodona, hidrocodona, fentanilo y tramadol), al tabaco y al cannabis, esteroides y alucinógenos.

Las adicciones sin sustancia son trastornos de dependencia vinculados a diversas actividades, como el juego, las compras, el sexo o el uso de las nuevas tecnologías (videojuegos, redes sociales…).

Es decir, un hábito de conducta aparentemente inofensivo puede convertirse en adictivo e interferir gravemente en la vida de la una persona. Tienen características similares a aquellas con sustancia psicoactiva, como la pérdida de control, la excitación excesiva antes de realizar dicha conducta, el alivio en el momento de realizarla, la tolerancia y el síndrome de abstinencia.

En cuanto a su tratamiento, mi principal objetivo será determinar y trabajar contigo todos aquellos factores relacionados con el inicio, el mantenimiento de la adicción y las recaídas. En algunos casos, plantearé un abordaje multidisciplinar en el que contar con un médico, psiquiatra o dispositivo de salud mental, que facilite la gestión de la esfera socio/fisiológica de la adicción. En algunos casos, y siempre con tu consentimiento previo, te propondré solicitar la colaboración o participación de tus allegados como parte de la terapia.